En este post voy a contarte mi historia, cómo conseguí hacer del ejercicio un hábito permanente en mi vida y disfrutarlo.
¡No me gusta hacer ejercicio!
Que levante la mano quien haya pensado esto alguna vez. Te soy sincera, yo lo he pensado, y me dedico a ello, ¡soy entrenadora personal!
Cuando estaba en la universidad haciendo la carrera de INEF pasaba mucho tiempo haciendo clases de preparación física y practicando deportes como fútbol, balonmano o atletismo.
Esta carrera me dió las bases en anatomía, fisiología y biomecánica.
Fundamentales para comprender el cuerpo humano y ser capaz de diseñar por mi misma ejercicios según las necesidades de cada persona.
Esto fue vital para empezar a investigar por mi cuenta otras formas de entrenamiento.
Porque la que estudiaba por aquella época era bastante “clásica”.
Para mí fue toda una lucha y lo pasé mal en algunos momentos porque no me gustaban las clases.
Me agobiaba y no me sentía cómoda.
Aun así, me obligaba a ir a todos los entrenamientos e imitaba lo que hacían mis compañeros más deportistas.
Solía ir al gimnasio a hacer máquinas y salía a correr, ahí estaba cada tarde lista para mi sesión de running por las orillas del rio Bernesga en León.
Pero no lo disfrutaba, era como una carga.
Llegados a este punto quizás muchas personas en mi situación piensan:
“Ok, el ejercicio no es para mí, lo dejo y fin de la historia. Seré una persona sedentaria”.
Pero yo había decidido que esa iba a ser mi profesión, y no por obligación, sino por pura vocación, porque siempre había sentido atracción por el movimiento y pasión por aprender cómo cuidar del cuerpo.
Y ahora me preguntaba, ¿esa era la manera de hacer ejercicio?
¿Entrenar consistía en seguir esos métodos tradicionales?
A mi me aburrían las rutinas que me daban en el gimnasio y no me gustaba correr, parecía que eso de ser una persona deportista no era lo mío.
Llegue a pensar que me había equivocado de carrera porque si esta era la forma de la que debía entrenar, y peor, la manera que debía transmitir a mis alumnos, no serviría para esto.
Así que, dejé el gimnasio y empecé a diseñar mis propios entrenamientos.
El cambio: empezar a escucharme a mi misma y a probar nuevas formas de entrenar
Ese año abrieron una pista de patinaje sobre hielo en la ciudad, así que fui a probar.
Como me pareció divertido me apunté a las clases que ofrecían.
El resultado fue que me enganché inmediatamente, iba siempre que podía porque disfrutaba muchísimo.
Lo pasaba tan bien que no notaba cansancio ni esfuerzo, desconectaba por completo concentrándome en cada nuevo reto, en el aquí y ahora y me sentía llena de vitalidad.
La pena fue que esto sólo duró 6 meses porque la pista se fue a otra ciudad.
Luego descubrí la salsa, me apasionó, podía bailar durante horas sin parar.
Más tarde probé el pole dance, no, de este deporte no nos hablaron en la universidad, pero es muy divertido, diría hasta adictivo.
Finalmente apareció el pilates.
Puedo decir que con el pilates llegué y me quedé. Son muchos años ya de práctica, y es que no hay manera que disfrute más, ni con la que sienta mi cuerpo tan fuerte y flexible como con el pilates.
Es un ejercicio agradable y respetuoso, fuerte e intenso, donde el esfuerzo lo vas dando a medida que progresas sin darte cuenta.
Patinaje, salsa, pole dance, pilates…
Fui probando muchas actividades hasta que encontré algo que me gustaba.
Hacer “ejercicio” ya no era una obligación, pasó a ser un momento para pasármelo bien.
Sin contar todos los beneficios a nivel físico y mental que obtuve, aunque sobre eso seguro ya has leído mucho.
Tu eres única y diferente, no siempre vas a encajar en lo convencional. Escucha y respeta a tu cuerpo.
Cómo ves, las actividades que me engancharon no son del todo convencionales. Porque los métodos convencionales como correr y levantar peso, no son para todos.
Y por alguna extraña razón nos han enseñado que sí, hemos absorbido esa idea y nos hemos lanzado a hacer estas actividades. O las que están de moda. O las que hacen tus conocidos.
A pesar de que a día de hoy la oferta deportiva y lúdica es inmensa, lo que nos sigue llegando es un modelo tradicional de ejercicio físico.
Realmente el problema no son los gimnasios, si no la forma de entrenar anticuada y poco eficaz que se hace en muchos de ellos.
¡Haz algo que te guste!
Con el tiempo, y reflexionando sobre este proceso que viví, me he dado cuenta de que la palabra ejercicio ha adquirido connotaciones negativas.
Si piensas en hacer ejercicio, ¿qué te viene a la mente?
Probablemente te verás sudando, sintiendo dolor o al límite de tus fuerzas.
Esta imagen te bloquea y te aleja de ese estilo de vida activo que deseas para ti. Lo que te propongo es un cambio de creencias.
¿Y si cambias las palabras “hacer ejercicio” por “hacer algo que te guste”?
¿Y si te planteas hacer algo divertido y que te hace sentir bien?
Lo que te quiero decir es: no es que no te guste hacer ejercicio, es que no has encontrado una actividad que te guste.
Y esa es tu tarea, busca hasta que encuentres algo que te guste.
El movimiento es para todos. El movimiento es placentero, genera bienestar y satisfacción con uno mismo.
Aumenta tus niveles de energía, mejora tu estado de salud física y mental. Son muchos los beneficios y te mereces gozar de ellos 🙂
Piensa cuáles son tus gustos o si hay alguna actividad que te gustaría aprender.
Por ejemplo, si eres aficionada a la música hay clases que incorporan soporte musical, si prefieres la naturaleza existen muchas asociaciones que organizan excursiones por la montaña, o quizás te hace ilusión aprender defensa personal.
Actualmente puedes encontrar actividades de todo tipo así que seguro que alguna encaja contigo.
Incorporar el ejercicio a tu estilo de vida es una cuestión de inercia
Despegarte del sofá y empezar a moverte es lo más complicado. Iniciar un nuevo hábito es la parte que más esfuerzo precisa, por eso si eliges una actividad que te gusta esta fase será más fácil.
La constancia es el puente entre los deseos y las metas logradas
Si eres constante y consolidadas este hábito, literalmente entrarás en movimiento. Sin darte cuenta empezarás a hacer más cosas, te sentirás con más energía y más activa.
Es entonces cuando empiezas a notar que rindes más en tu trabajo y que te apetece hacer más cosas, salir con familia y amigos, disfrutar de tus hobbies o probar nuevas actividades.
Porque ya no estás cansada.
Ahora tu cuerpo te pide acción. ¡Eres una persona activa!
[divider style=’centered’]Si buscas consolidar el hábito de hacer ejercicio:
Paso 1: Busca una actividad que te guste y te haga sentir bien
Paso 2: Escúchate a ti misma y las sensaciones que se despiertan en tu cuerpo
Paso 3: Se constante
Si quieres empezar desde ya, puedes seguir el reto “10 días haciendo pilates”.
Encontrarás cada día una clase nueva que podrás hacer desde tu casa ?
Puedes compartir tu experiencia en los comentarios. ¿Has encontrado la actividad que te gusta? ¿Qué problemas sueles encontrar que te impiden ser constante? ¿Tienes alguna estrategia para cumplir con este hábito?