Hace unas semanas realicé por primera vez un retiro de meditación. Es una experiencia que siempre había querido vivir y por fin llegó el momento.
No tenía mucha idea de cómo iba a ser, si me gustaría, si no, o si me sentiría cómoda. Así que fui sin muchas expectativas, simplemente abierta a experimentarlo.
Esto es lo que aprendí y así lo viví…
El entorno
Habituada al ruido de Barcelona, asfalto, coches y edificios que no dejan mirar más allá, encontrarme de repente en una casita en mitad del bosque, rodeada de montañas y silencio ya supone un buen choque.
Solo estar allí, en contacto con la naturaleza, ya hizo que me relajase y me sintiese más tranquila.
¡Ey! Aquí no hay prisa. Así que te mueves más despacio, todo lo haces más despacio.
Programa del día
Nos levantamos sobre las 7.30 am. En mi caso me gustó tomar un té y algo de fruta ya que poco después había una clase de yoga, seguida de la primera hora de meditación del día.
Para mi, los dos días esta fue la meditación en la que más en calma me sentí. Y sé el porqué. Por haber realizado ejercicio físico antes.
Moverme me ayuda enormemente a calmar mi mente.
Es algo que ya he observado desde hace tiempo así que intento incluir una pequeña meditación para finalizar mis ejercicios de Pilates cuando entreno en casa o tras una secuencia de relajación.
Después de estas dos fantásticas horas llegaba el momento del desayuno. ¡Qué bien sienta después del trabajo anterior!
Más tarde volvíamos a reunirnos para meditar. Y tras la comida y un espacio de tiempo libre, salimos a pasear por el bosque. Cuando llegamos a la casita ya era de noche así que hicimos unas prácticas de relajación y una última meditación.
Tras la cena cada uno se dedicaba a lo que más le apetecía, acurrucarse en el sofá frente a la chimenea, leer, conversar con los compañeros, … Y hora de descansar.
Si duda, me quedo con la satisfacción que obtienes empezando el día con ejercicio, meditación y un buen desayuno.
Crear un ritual matutino es fundamental para empezar el día con energía y una mentalidad positiva.
¡Empieza cuidando de ti misma!
La meditación
La meditación puede relacionarse con la espiritualidad, con un camino hacia la iluminación o prácticas religiosas.
Pero también como una herramienta de bienestar que nos ayude en nuestra vida diaria.
Este último fue el enfoque que se dio en este retiro y por eso lo elegí.
La meditación aporta tres grandes beneficios: equilibrio, autoconocimiento y fluidez a través del desarrollo de la concentración, la observación y la ecuanimidad.
De uno en uno.
Equilibrio
Seguro has escuchado que meditar es dejar la mente en blanco. Pero esto es prácticamente imposible ¿no?
Este no es el objetivo.
La primera consigna fue concentrarnos en la respiración, bien en la sensación del abdomen llenándose de aire, o sintiendo todo el flujo de aire a través de nuestro cuerpo en cada inhalación y en cada exhalación.
Sin forzarla. Permitiendo una respiración natural. Sin pensar en ella. Fundiéndonos en ella.
Desarrollando esta capacidad de concentración en el presente, nuestra mente se calma y conseguimos un estado de equilibrio, serenidad y paz.
Autoconocimiento
A pesar de mantener tu concentración en la respiración, probablemente no pase mucho tiempo sin que algún pensamiento llegue. Incluso quizás hasta te pierdas en ellos.
Pero de pronto te darás cuenta y podrás volver a tu respiración.
Y no solo eso, esta observación de ti misma, de tus pensamientos, de qué piensas, de cómo te sientes, es una gran fuente de autoconocimiento.
Por ejemplo, a mi me sorprendió lo repetitivos que son mis pensamientos. Con este conocimiento, descubriendo algunos patrones que me condicionan, puedo avanzar en mi crecimiento personal.
Observar y darse cuenta.
Fluidez
En todo este proceso seguro encontrarás ideas, pensamientos, emociones o sensaciones que te gustan y te apegas a ellas. Pero habrá otras que no te gusten y las quieres rechazar.
Este es el punto que más me cuesta. Porque…
¿Cuál es la pauta en esta situación?
Ser ecuánime.
Es decir, comportarnos igual con lo que nos gusta y con lo que no. Sin apego, sin rechazo, sin tratar de controlar ni de manipular la experiencia presente.
Cuando rechazas algo que no te gusta, sufres. Y concentrarte tanto en ello parece que le da fuerza.
Cuando quieres retener lo que te gusta, sufres. En lugar de vivirlo, temes perderlo.
Imagina que durante esta meditación llegan pensamientos negativos hacia a ti. “No sirvo para nada”.
Es un pensamiento, no soy yo, es un pensamiento.
Cuando actúo con ecuanimidad simplemente observo este pensamiento, sin entrar en él, sin juzgarlo, sin rechazarlo, manteniendo la serenidad.
Es solo un pensamiento, no me define, no me identifico con él. Tampoco con uno que sí me guste.
De esta manera aprendemos a fluir con el presente.
Ama lo que es.
Te recomiendo varios artículos, escritos por Marc Ribé, el organizador y maestro durante el retiro, si quieres profundizar más en la meditación.
La alimentación
Un aspecto muy importante durante el retiro fue la alimentación y la manera de comer.
La alimentación durante los dos días fue vegetariana, y aunque suelo llevar una dieta basada en vegetales de lunes a viernes, me sorprendió lo saludable, sabroso y diferente que fue cada plato.
Tuve la suerte de disfrutar: croquetas de trigo sarraceno recubiertas de semillas de sésamo, crema de lentejas rojas, pastel de quinoa y mijo con aceitunas, espinacas y piñones o manzana a la brasa con nueves caramelizadas.
El hecho de tomar platos nuevos cada día hizo que comiera con mayor conciencia, fijándome en los ingredientes, saboreándolos, observando cómo le sentaban a mi cuerpo, cuándo estaba saciada y cuándo comía por gula. Además, debíamos permanecer en silencio durante las comidas, así evitábamos distracciones.
Comía lo que necesitaba y el resultado fue que me sentía más ligera, pero no pasé hambre. De hecho, ni siquiera me apeteció picar algo entre horas.
Somos los que comemos.
Las pequeñas cosas
Disfruté mucho de no hacer nada. Algo que en mi día a día me cuesta. Es más, muchas veces hago varias cosas a la vez 🙂
Y luego nos preguntamos por qué nos estresamos…
Durante estos días:
Estuve en silencio.
Observé los paisajes.
Miré el cielo.
Vi una puesta de sol preciosa.
Disfruté de un té sin tener que hacer algo después.
Me perdí en el fuego de la chimenea.
Todas estas pequeñas cosas adquieren un valor especial cuando realmente pones toda tu atención en ellas.
Simplificar es calidad de vida.
Estos dos días me aportaron mucha paz. Un entorno precioso, un ambiente muy agradable para cuidarme y disfrutar de un tiempo con conmigo misma. Y también para conocer a grandes personas.
Es bueno de vez en cuando parar.
¡Ah! Una última anotación, ¡un fin de semana sin móvil es genial! 🙂
Si necesitas un pequeño break hoy mismo, empieza con esta secuencia de relajación. Te ayudará a calmar cuerpo y mente. Es muy agradable 🙂
¿Has estado alguna vez en un retiro de meditación? ¿Te gustaría probarlo?